jueves, 1 de febrero de 2018

Niños


El nene descubrió en su globo el mejor entretenimiento del mundo. Iba tras él mientras el viento se lo alejaba.
En otro lado una pequeña mojaba sus pies en el mar por primera vez y hacía cara de asco al llevarse su agua salada a la boca.
Mientras tanto una calesita fascinaba al más chico de la familia como si anduviera en un ferrari. Su caballito se amacaba y el se reía a carcajadas.
A orillas de algún río, el hijo escuchaba a su papá atentamente mientras este le explicaba como pescar. Y de su primer mojarra nunca se va a olvidar.
Bajo una tormenta furiosa, una abuela gritaba que no salgan, que llovía demasiado. Pero los nietos lejos de asustarse chapoteaban en el barro del baldío del frente de la casa.
Y en otra parte del mundo en otro baldío parecido se jugaba la final del mundial con una pelota de tenis y dos latas de cada lado marcando los arcos. Y se discutía si la pelota había pasado por arriba o no de un travesaño imaginario.
Cuando en una escuelita pequeña sonaba la campana para el recreo, las bolillas eran las protagonistas del entretenimiento popular. Y las nenas por su lado saltaban al elástico
La nena a la cual se le había caído su primer diente, despertó con un sendero de monedas en el suelo que la llevaron hasta la rejilla del baño y encantada fue a mostrarle a sus padres los $3 que le había dejado el ratón Pérez.
El cuento del padre cada noche era la forma de despedir el día para el niño que lo esperaba en la cama como si fuera a escuchar la conferencia del presidente del planeta.
Y así la niñez, inocente y despreocupada fue pasando para cada uno de ellos. Y quienes tuvieron la suerte de disfrutarla sueñan con ser padres para jugar nuevamente a los soldaditos y peinar a las muñecas.

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