viernes, 9 de febrero de 2018

De tu mano

Salimos despacio y mirando la ruta 8,
con su tráfico de turistas veraniegos,
tu pulgar acarició la palma de mi mano,
mientras yo sonreía mirándote de reojo.
Y vos no te percataste
que yo sentía en mi interior,
con en ese pequeño mimo,
una felicidad secreta
al verme querido
por quien yo quiero.
Y a ese instante
lo recuerdo por su pureza
impredeciblemente encontrada,
en un acto tan ínfimo
que podría pasar desapercibido.
Ya sin hablar nos entendimos
que yo estaba con vos
y vos, sabía yo, estabas conmigo.

jueves, 1 de febrero de 2018

La carta menos deseada.

Hice de aquella carta un bollito y la arroje a la calle con rabia, mientras el agua de la feroz tormenta invernal se lo llevaba me quedé pensando en la etapa que culminaba en ese instante de mi vida. Caían despacio mis primeras lágrimas sobre mis mejillas. No quería asumir el mensaje escrito con tan fría formalidad en aquel papel.
Totalmente mojada regrese al interior de mi casa y en mi cabeza aún lo veía sonriéndome como siempre y hablando con su particular gracia, la cual lo hacía una persona tan agradable, que era querido por todos. Pero yo no era una más en ese “todos”. Mi amor fue genuino desde que apareció en mi vida. Su existencia había cambiado mi rutina y mi forma de enfrentar cada obstáculo. El era por quién mi corazón latía cada mañana al despertar y por quien lograba conciliar el sueño en las noches con mi conciencia tranquila, sabiendo que lo mejor de mi lo depositada en el.
Sus abrazos me re-conquistaban cada vez que peleabamos y su optimismo me ayudaba a seguir adelante. Nos entendíamos tan sólo mirándonos a los ojos, nuestro amor era recíproco y así yo me sentía segura y valorada. Nunca fui tan influyente en la vida de una persona como en la suya. Él seguía mis consejos confiando plenamente en ellos como si lo que le decía fuera palabra Santa.
Mi desesperación al saber que no volvería a entrar por la puerta de nuestra casa derivó en impotencia y bronca. ¿Porque te fuiste de mi vida? Mi retórica pregunta me hacía temblar el labio. Tantos momentos y emociones vividas juntos, y yo aún sin entender nada, nada porque no había una explicación.
Lo extraño horrores y lo pienso cada Día aún sabiendo que mi vida y la suya no se volverán a cruzar más que en sueños y recuerdos.
Hiciste lo que creías correcto y yo te dejé marchar deseándote suerte con un nudo en la garganta la última vez que te vi.
Hoy mi mayor deseo es que en donde te encuentres, tu alma descanse y seas feliz.
¡Te amo para siempre hijo!

-Relato de una madre soltera al recibir la noticia que su hijo había muerto en combate.

De diez

“1,2,3,4,5,6,7,8…9…” – hubiese querido llegar al diez. Pero no pude.
- 10 años después – Anotaciones transcurridas durante el año -
– Hoy mientras volvía del club, de haberlo pasado muy bien con mis amigas en una tarde a puro sol me pasó algo extraño. Pinché la goma de mi bicicleta a unas cuadras de casa, bajé de ella y fastidiosa quise comenzar a caminar lo que restaba del camino. Sin embargo, el haberme bajado de la bicicleta me hizo mirar con atención un mural, en el cual había una frase que ahora no recordaba de memoria. Pero que ahora habían tapado con pintura blanca casi en su totalidad. Casi. Solo quedaban dos palabras y un número: “Estoy” en la parte de arriba, palabra que recuerdo era con la que iniciaba la frase poética que existía en esa pared. “bien” más abajo y a la mitad, como si fuera en el medio de un reglón. “10” bien abajo a la derecha, seguramente habría ahí una fecha la cual nunca presté atención.
– Hoy retornamos a casa. Las vacaciones nunca fueron de mi agrado por lo que es un alivio. Tuve otro suceso extraño, o al menos que me hizo pensar nuevamente. Al bajar en una estación de servicio, con mis ojos puestos en mi celular choque con mi hombro a un señor en la cola de la caja del shop. En cuanto me disculpé el hombre dijo “No te preocupes, no me hiciste nada” – sonriendo. No sé por qué, ahora, tantos años después me afectan cosas que antes no le hubiera dado importancia.
– Escalofriante primer último día de secundaria. Soy una ignorante musicalmente hablando, siempre escucho la música del momento. Hoy empecé a escuchar música junto a un amigo, quién me cedió un auricular en plena clase. Solo puedo recordar “I´m still breathing, I´m still breathing…i´m alive, i´m alive…” porque luego de eso me saqué el auricular de la oreja y quedé con la mirada fija hacia mi amigo. Obviamente el no entendía que me pasaba. Fui al baño, me mojé la cara pensando “¿Ahora todo me lo recuerda?”. Al volver le metí una excusa a mi amigo, pero no perdí oportunidad de preguntar de quién era esa canción. Me miró como si yo fuera de marte “Del primer disco de Pearl Jam, “Ten”. La canción se llama Alive”.
– Terminamos con mi novio. Hacía rato que yo esperaba esto. Ya no lo aguantaba. Pero no pienso en él, ni estoy triste. Estoy asustada. Sus últimas palabras antes de darse vuelta me retumbaron en mi cabeza. “No es tu culpa que esto haya terminado así. Ahora sos libre”.
– Nueva señal. Y van…¿cuántas?...
10 de Octubre - Mi hermanita falleció en nuestras vacaciones de verano, cuando mientras yo contaba para jugarle a las escondidas ella caía al río sin que yo la escuchara ni pudiera ayudarla. Solo escuché un grito, ahí cuando yo misma decía “nueve” y fue tarde. Conté lento. La desatendí. La correntada la desapareció.
Me costó mucho, pero días atrás conté hasta diez. Tuve un accidente, un auto me atropelló en mi bici. Pero increíblemente en el momento en que me subían a la ambulancia la doctora, para que me mantenga consciente me hizo contar con ella. “1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 -  me mareaba- , 9, - se me cerraban los ojos pero dije – 10” – Y la vi, sonriendo. Sonreí también unos segundos. Luego fue todo confuso, perdí el conocimiento por los golpes.
Tantas señales. Mi memoria no se borrará jamás pero mi consciencia, que nunca había descansado hasta hoy, aun en el hospital, se encuentra tranquila. Mi culpa se marchó con ese conteo. Mi trauma se apaga en cada palabra que escribo y ahora la imagino contenta saludándome.
Me recupero del accidente, pero estoy bien, con más fuerza que nunca. Se podría decir que estoy de diez.

Niños


El nene descubrió en su globo el mejor entretenimiento del mundo. Iba tras él mientras el viento se lo alejaba.
En otro lado una pequeña mojaba sus pies en el mar por primera vez y hacía cara de asco al llevarse su agua salada a la boca.
Mientras tanto una calesita fascinaba al más chico de la familia como si anduviera en un ferrari. Su caballito se amacaba y el se reía a carcajadas.
A orillas de algún río, el hijo escuchaba a su papá atentamente mientras este le explicaba como pescar. Y de su primer mojarra nunca se va a olvidar.
Bajo una tormenta furiosa, una abuela gritaba que no salgan, que llovía demasiado. Pero los nietos lejos de asustarse chapoteaban en el barro del baldío del frente de la casa.
Y en otra parte del mundo en otro baldío parecido se jugaba la final del mundial con una pelota de tenis y dos latas de cada lado marcando los arcos. Y se discutía si la pelota había pasado por arriba o no de un travesaño imaginario.
Cuando en una escuelita pequeña sonaba la campana para el recreo, las bolillas eran las protagonistas del entretenimiento popular. Y las nenas por su lado saltaban al elástico
La nena a la cual se le había caído su primer diente, despertó con un sendero de monedas en el suelo que la llevaron hasta la rejilla del baño y encantada fue a mostrarle a sus padres los $3 que le había dejado el ratón Pérez.
El cuento del padre cada noche era la forma de despedir el día para el niño que lo esperaba en la cama como si fuera a escuchar la conferencia del presidente del planeta.
Y así la niñez, inocente y despreocupada fue pasando para cada uno de ellos. Y quienes tuvieron la suerte de disfrutarla sueñan con ser padres para jugar nuevamente a los soldaditos y peinar a las muñecas.