domingo, 26 de febrero de 2017


Estuve pensando en ti.
En como penetraste mi alma apenas llegue a tocarte.
En tu compañía en nuestras noches en silencio.
En esos momentos en los cuales no veía más allá de estar a tu lado.
Abandonaba mis quehaceres solo para verte a cada rato.
Mis ojos se dilataban cada vez que te miraba.
No existía el reloj, porque tu marcabas mis horas.
Y en mi cabeza ya nada más importaba.

Te construí un altar. Te posicione encima del resto.
Te hice mi reina, sin ser yo un rey.
Te idealicé de una manera casi irreversible.

Sin vos el día era rutina.
La noche una agonía.
Todo esfuerzo en vano.
Vivía exhalando desgano.
Mi alma no tenía consuelo.
Solo quería volver a tenerte,
y retenerte para siempre.
Pero al final no valías la pena,
tu precio era solo una moneda.

No volví a verte y no me arrepiento de haberte abandonado.
Eras tu una daga y yo un bobo enamorado,
de momentos huecos, de la soledad que me causabas,
de noches eternas creyéndome un Dios al tenerte,
pero de días en que mi cuerpo vagaba inerte.

¡Que desgracia!
Haberme cruzado contigo.
Hoy soy testigo de tu odio hacia la gente,
de tu forma de matar a quien no te puede dominar, 
de tu poder inmenso que cautiva a tantos...
Pero por el caballo equivocado que nunca ganará,

yo no pienso apostar ni una sonrisa/pena más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario