miércoles, 1 de febrero de 2017

246 noches


En el alma no le entraba ni una pena mas. Sinsabores que le dio la vida lo dejaron seco de sentimientos. No sentía. Su voz estaba afónica de tanto haber gritado en vano. Su rostro no se sorprendía de ninguna noticia. Era un joven que vivía por el simple hecho de respirar.
Todas las mañanas revisaba su billetera, como pirata buscando el oro habiendo perdido el mapa, sabiendo que esta se encontraba vacía. Miraba el amanecer, y no de madrugar, si no de haber trasnochado acuesta de sus pesadillas que soñaba despierto y que apuñalaban cada centímetro de su pecho, hiriéndolo como si le clavaran un frío puñal cada vez que pensaba en levantarse a luchar por algo más. Se creía indigno del mundo, desde poder ver cada pequeña estrella en la noche como de caminar a la par de otro ser viviente. Se creía en peor desgracia que un perro callejero. No catalogaba de vida lo que el llevaba consigo.
246 noches agónicas marcaron su descenso constante hacia el abismo de creerse casi muerto. Prácticamente un "ente". La noche 247 lo sorprendería de tal forma que su "vida" nunca volvería a ser igual. Dormitando con los ojos idos, su mirada hacia la luna en esa noche primaveral se encontraba. Daba igual que día era. Daba igual invierno que primavera, el sufría y hasta perdía la noción de por qué lo hacía. Sin embargo despertó de repente al escuchar un sonido proveniente de la habitación contigua: la de sus padres. Ellos habían intentado las mil y unas para sacarlo de su ensimismamiento sin poder siquiera llamar su atención. El no recordaba demasiado, parecía que su memoria era a corto plazo durante esas 246 miseras noches, por lo que nunca agradeció todo lo que le brindaban y apesadumbrado hacía desdichados comentarios sobre que él se encontraba solo. Esos gritos de dolor habían destildado su mente. Levanto su cuerpo con rabia, No le gustaban altercados en su hogar; siendo un adolescente perdido en la nostalgia, las peleas de sus padres por como el debiera afrontar sus problemas generaban asiduamente gritos y chillidos de parte de uno y otro. Casi con rabia, como si lo despertasen de un sueño de descanso por haber trabajado arduamente, se dirigió hacia donde provino el molesto sonido que lo intranquilizó. Golpeó primero y, al no ser contestado, entró a la habitación de sus padres. No había nada allí, la cama estaba tendida y el cuarto ordenado. El joven miró en su celular la hora: 4:25 am. No se imaginaba donde estaban sus padres a esa hora ya que los había escuchado cuando se fueron a acostar, ni tampoco imaginaba de donde había salido el grito que lo hizo movilizarse.
Al no encontrar a sus padres en la habitación, se dirigió al living. En el encontró las luces encendidas, y arriba de la mesa ratona un sobre que decía en su exterior "Tus padres te aman".
Rápidamente sacó la carta del sobre y comenzó a leer.
"El amor que tenemos por ti es incalculable. Como ponerse a contar las estrellas, nunca acabarías. El dolor que nos produce que no logres ser feliz, disfrutar, reír, salir de casa a socializar, es inmenso. Solo quién lo vive sabe que tan difícil es enfrentarlo, pero tu no lo enfrentas siquiera. Te mueres de miedo de encontrar rechazo. Prefieres encerrarte y pensar en nada solamente porque es más fácil. No luchas por tu vida y buscas victimizarte, lastimarte para que la gente sienta pena por ti.
La vida es esfuerzo, sacrificio, constancia. Para llegar a esos puntos necesitas algo muy importante, decisión. Si esperas tener ganas de hacer, estarás perdido. Los problemas son tan grande como tu los dejes crecer en tu cabeza. Tu felicidad está mas cerca de lo que piensas, solo necesitas voluntad.
Decidí ser feliz hijo, pon voluntad, cree en ti, supera cada miedo de paso en paso. Defiende tu alma, nutre tu corazón de sentimientos benévolos y deja de pensar en un exitismo desmedido. Lo pequeño, te hará avanzar. No olvides, paso a paso y con decisión. Decide ya cambiar tu vida. Nosotros siempre seremos tu bastón y guía."
Entre sollozos culmino de leer y rápidamente comenzó su llanto desconsolado. Nunca había pensado en lo mal que se sentirían sus padres viéndolo así. Repentinamente ellos aparecieron en la habitación y como si le estuvieran leyendo la mente exclamaron al unísono: "No lo hagas por nosotros, hazlo por ti".
Entendió al fin lo mal que se había tratado a si mismo, pero también que esas 246 noches fue lo que tardo en madurarlo, en superarlo. Abrazó fuertemente a sus padres entre lagrimas. Esa noche entendió que su vida valía, que su vida pasada no interesaba y que dependía de su decisión y voluntad cambiarla. En su lectura encontró el "click" para que esas 246 noches pasaran a ser solo un lejano recuerdo de como no desempeñarse en su vida.

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