sábado, 9 de mayo de 2015

Remembranzas.




Escribiendo me perdí en un mar de palabras; con mi tinta desangrada y mi birome rota procuré decir lo que me retorcía de dolor. Dos veces se desgarró mi alma con un puñal de acero, una más se congelo mi corazón por confiarme a ciegas. No sentí el huir de los pájaros al acechar el aguacero, de un amor que mató primero y huyó al galope hacia las ruinas. Del padecer de aquel verano, certero en flecharme a matar, que dejó remembranzas que se quiebran en un guiño del tiempo recuerdo opacamente tu silueta, yo sin vida en ti y tu completamente aún dentro de mí. Verdadera sutileza la mía, verdadera rareza la tuya; cuento de terror en el cine de mi living, que fue testigo de abrazos componedores de quiebres de ánimo y hoy es un sombrío lugarejo perdido en una casa de miedos. Siempre fiel a mi suerte, esa que salgo a buscar cada día y no encuentro, tendí la cama esperando tu regreso; piadosamente decían que logre quitar de mí tus fantasías, ya más sin ti; eso debería haber sido así. En el tren dónde concursábamos a besarnos más fuerte, hoy con sus vagones vacíos y malgastados, me encuentro atado a sus vías esperando su pasar. El consuelo no vendrá de la mano de otra, solo yo sé que en mi estará aceptar que tus ojos perdidos en el tiempo están y tus labios tibios jamás volveré a besar.

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